En el último año han aparecido un puñado de fondos e instrumentos de inversión específicamente dedicados al mundo de las proteínas alternativas. Uno de los más activos en inversión en Food Tech, AgFunder, dedica una buena parte de su capital (4 fondos por valor de $26’2m) a este tipo de negocios. Ahora anuncia un fondo dedicado específicamente a este segmento. New Carnivore de AgFunder tiene previsto invertir en toda la gama de proteínas alternativas, con un foco especial en startups con un componente tecnológico, una buena estrategia de comercialización, tanto en fases tempranas como en proyectos más maduros, y en las tres principales categorías: plant based, agricultura celular y tecnologías habilitadoras (Picks & Shovels). El fondo planea invertir un 35%, 55% y 10% respectivamente en estas áreas. En un detallado informe, detalla todos los aspectos de esta línea de inversión, desde las oportunidades hasta los riesgos.
Este artículo, resume algunas de sus claves.
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El momentum que está viviendo el mundo de la proteína alternativa se sustenta en algunas raíces sociológicas y de la propia evolución de la humanidad.
Siguiendo la conocida como Ley de Bennet, a medida que los pueblos evolucionan y ganan en poder adquisitivo, pasan de una dieta rica en hidratos de carbono vegetales a una más densa que incorpora productos de origen animal, especialmente carne. 2018 marcó el punto de inflexión en el que más de la mitad de la población se considera clase media o por encima de ella. En 2030 alcanzará dos tercios de la población mundial. Estas cifras están empujando la demanda de productos de origen animal hasta los límites de la capacidad de la agricultura tradicional para atenderla de una forma humana y sostenible. De 1960 a 2019 el consumo global de carne se ha duplicado.
Por otra parte, históricamente hemos visto como la tecnología ha terminado haciendo obsoleto el uso de animales como medio de transporte, de fuerza para el trabajo, como fuente de elementos para vestir… y ahora, como alimentos. El mundo ha comprobado que los animales no son necesariamente la mejor forma para obtener estos productos y servicios. El consumidor los sigue demandando, pero cuando llega un punto en el que las tecnologías logran alternativas mejores y más baratas, el mercado tiende a cambiar.
En este contexto han surgido startups -y detrás de su estela grandes corporaciones- dedicadas a aprovechar las nuevas tecnologías para replicar o incluso mejorar los productos de origen animal. Lo que Uma Valenti, CEO y co-fundador de Memphis Meats denomina la “segunda domesticación” en este caso, a nivel celular.
Los productos de origen animal se utilizan en una variedad de industrias, desde la alimentación (humana y animal) al textil o la cosmética o farmacia. En total, un mercado de $2.170 billones en 2018 con una previsión de crecimiento del 4’7% para 2025. Aunque la alimentación humana acapara el 85% de esta tarta, sectores como la alimentación animal o el textil tienen tamaños suficientemente interesantes para ser punto de partida para algunas startups.
AT Kearney estima que en 2025, las alternativas cárnicas plant based alcanzarán el 10%. Ya en 2040, alcanzaría un 25% y se habrá incorporado con fuerza la opción de la carne cultivada, 35%; y habrá desplazado el mercado de carne convencional al 40%.
Una visión optimista que comparten UBS (de $4.600 m a $80.000 m entre 2018 – 2030), y Barclays (10% del mercado total de carne para sus alternativas en 2029). Visto así, supone según AgFunder, una oportunidad mayor que la que se auguraba para los vehículos eléctricos hace diez años, y con un producto mucho más orientado al mercado de consumo.
La demanda de pescado y marisco crece, en paralelo a una creciente preocupación por la seguridad de este tipo de alimentos (metales, microplásticos, trazabilidad…) y la sostenibilidad de sus formas de captura o crianza (uso de antibióticos, nuevos patógenos, destrucción de hábitats). Un mercado de $163.000 millones, con un crecimiento anual estimado del 4.3% hasta 2024.
La suma de retos y crecimiento de la demanda conforman una oportunidad de mercado para cubrir un vacío en la cadena de suministro.
Las alternativas a los lácteos, que inclyen leche, postres, yogur, helado y queso alcanzaron los $18.500 millones en 2018, y se estima un crecimiento anual del 10% hasta los $37.500 millones en 2025. Todo ello a costa de la cuota de mercado de la leche de origen animal, que solo en USA ha caído un 22% de 200 a 2016.
La industria de alimentación para mascotas alternativa puede alcanzar un considerable crecimiento en los próximos años, y hacerse con un pedazo significativo de una tarta que alcanza los $100.000 millones, en paralelo a lo que ocurre con la alimentación humana.
Según la firma de inteligencia de mercado Numerator, la mayoría de los consumidores de productos plant based, también consumen carne y el 80% de ellos quieren reemplazarla por motivos de salud (70%), curiosidad (45%) impacto ambiental (42%) o razones éticas (32%).
Ambos grupos están definiendo el futuro del mercado al demandar más productos alternativos que las generaciones precedentes movidos sobre todo por una mayor conciencia ambiental. No solo eso, sino que los padres Millenials y su modelo de paternidad están influyendo en la forma de consumo de la siguiente generación Alfa (nacidos después de 2010), al trasmitirles su visión sobre la relación entre el medioambiente y la comida.
El nuevo New Carnivore, tiene previsto invertir en toda la gama de proteínas alternativas, con un foco especial en startups technology-driven con una buena estrategia de comercialización, tanto en fases tempranas como en proyectos más maduros, y en las tres principales categorías: plant based, agricultura celular y tecnologías habilitadoras (Picks & Shovels). New Carnivore planea invertir un 35%, 55% y 10% respectivamente en estas áreas, y busca especialmente compañías con propiedad intelectual como activo, más allá de la pura marca.
Además de las conocidas líneas de producto en el mundo plant based (carne, quesos y lácteos), y la carne cultivada a partir de células, el fondo pondrá especial atención en la emergente categoría de la Agricultura Acelular o fermentación. Aunque es un proceso antiguo, solo ahora se dan las condiciones de eficiencia para que sea la base de una agricultura acelular capaz de generar proteínas de origen animal. Algunas startups están usando microbios modificados genéticamente para generar estas proteínas. New Culture o Perfect Day han desarrollado microbios que expresan proteínas como la caseína o el suero de la leche para producir helados y quesos veganos sin “comprometer” su textura y sabor. Clara Foods, que produce alternativas a la clara del huevo, Geltor o Moder Meadow (colágeno), o Bond Pet Foods son otros ejemplos en esta línea.
Entre los agentes del cambio que están impulsando este mercado, AgFunder señala tres: emprendedores orientados a propósito; una nueva generación de ONGs que pasan de intentar evitar el consumo de carne o moverse en el ámbito regulatorio, a intentar incentivar cambios de comportamiento del consumidor hacia los productos alternativos. “En lugar de cambiar la naturaleza humana, cambiar la carne”, como dice Bruce Friedrich, Fundador de The Good Food Institute; y las propias corporaciones alimentarias, algunas de las cuales están inmersas en auténticos procesos de cambio de identidad (léase Tyson, primer productor de carne de USA, o la canadiense Maple Leaf Foods, que actualmente se definen como productores de proteína).
El valor nutricional, el ser considerados productos ultra procesados, la transparencia de su composición, o presentarse de una forma “engañosamente natural”, son algunos de los puntos de crítica de este tipo de productos. Quienes sepan abordarlos de forma efectiva, pueden convertir estos inconvenientes en oportunidades para destacar y diferenciarse en el mercado, aproximándose mejor al original, y sumando ventajas en el ámbito de la seguridad alimentaria e impacto ambiental.
Otros retos a abordar son las regulaciones relacionadas con la denominación y etiquetado de los productos, en las que los representantes de la industria tradicional también tienen mucho que decir. La aceptación del público, con todos sus matices semánticos, especialmente en el caso de las carnes cultivadas, y retos técnicos de producción.
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