La startup estadounidense Savor, especializada en sintetizar grasas reales para consumo alimentario aplicando procesos agrícolas y sin usar materias primas animales, ha desarrollado un prototipo de mantequilla a partir de CO2 e hidrógeno con sabor y propiedades funcionales como los de su hermana láctea, según la compañía. Bill Gates – inversor del proyecto a través de su empresa de capital riesgo Breakthrough Energy Ventures (BEV) – escribió en su newsletter semanal: “He probado los productos de Savor y no podía creer que no estuviera comiendo mantequilla de verdad”.
Este producto viene a engrosar la lista de alimentos producidos a partir de CO2, que cuenta con proyectos en desarrollo para obtener carne de pollo, vieiras, carne de res o leche, así como diferentes proteínas, aminoácidos y otros componentes pensados tanto para alimentación humana como animal. En comercialización están actualmente el AIR Vodka de la estadounidense Air Company y el compuesto proteico Solein de la finlandesa Solar Foods. Precisamente esta última acaba de firmar un acuerdo con Ajinomoto Group, principal fabricante de alimentos japonés, para introducir productos desarrollados con tecnología Solein en Singapur, a través de su nueva marca Atlr.72.
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Para llegar a su prototipo, Savor se ha inspirado en el procesamiento de los combustibles fósiles. El resultado es un método termoquímico propio que permite extraer CO2 del aire e hidrógeno del agua, calentarlos y someterlos a oxidación para crear grasas y aceites a partir de cadenas de CO2, hidrógeno y oxígeno. En el caso de la mantequilla, Savor ha llegado a ella añadiendo agua a la grasa, además de un emulsionante, betacaroteno para el color y aceite de romero para el sabor. Según explica la compañía en el artículo Food without agriculture1, publicado en la revista Nature Sustainability, la clave de su tecnología es que permite construir moléculas orgánicas complejas extrayendo del aire y del agua las moléculas simples, en un proceso con cero emisiones de CO2. En palabras de Ian McCay, CSO de Savor: “Son las mismas grasas que la gente ha comido durante siglos, solo que de una fuente diferente”.
“No hay biología involucrada en nuestro proceso específico” Kathleen Alexander, co-fundadora y CTO de Savor.
El proyecto nació en 2020 como respuesta a la pregunta: ¿Y si pudiéramos comer combustibles fósiles? El punto de partida es la consideración de los combustibles fósiles como fuentes de energía y la reducción de la alimentación humana a la necesidad de consumo de fuentes de energía. A partir de esta idea, la compañía llegó a la conclusión de que los combustibles fósiles están formados, entre otros, por compuestos que también funcionan como ingredientes para alimentación y cosmética. El siguiente paso fue identificar y aislar estos compuestos y separarlos de los tóxicos, para usarlos en la producción sintética de grasas, que es, según el análisis de la startup, la forma más viable – técnica, económica y comercialmente – para transformar combustibles fósiles en alimentos.
Poco ha trascendido sobre el sabor y las propiedades organolépticas, nutricionales y funcionales de la mantequilla de CO2 de Savor, más allá de los paneles de cata que la compañía está llevando a cabo. “Cuando empezamos, no nos preguntamos si las grasas sintéticas serían ricas, sino si serían seguras” reconoce Kathleen Alexander, co-fundadora y CTO, en la web de la compañía. Para Bill Gates: “Tiene un sabor realmente bueno, como el producto real, porque químicamente lo es”.
En etapa precomercial, Savor trabaja para lograr la aprobación regulatoria en USA. La previsión de comercialización estima 2025 como fecha más temprana.
Savor produce grasas a partir de combustibles fósiles como gas natural o de CO2 capturado e hidrógeno verde. Si los estudios y estimaciones de la compañía son correctos, la producción de alimentos usando esta tecnología podría suponer un punto de inflexión para el medio ambiente. La FAO afirma que el ganado es responsable del 14,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, con la producción agrícola de lácteos y carne como principal causante2. Sin embargo, según publica el equipo de Savor en Nature Sustainability, la huella de carbono de la grasa sintética es inferior a 0,8 gramos de CO2 por caloría, lo que supone una importante reducción con respecto a la huella de la mantequilla real sin sal con un 80% de grasa, que está en 2,4 gramos de CO2 por caloría, o de aceites como el de coco o palma, que están en más de 1,5 gramos3. Bill Gates apunta también que el método desarrollado por Savor utiliza menos de una milésima parte del agua empleada en la agricultura tradicional y puede instalarse en cualquier parte. La producción de alimentos sintéticos liberaría tierra para otros usos: actualmente, alrededor del 50% de la tierra habitable se dedica al uso agrícola.
Si bien el método de Savor presenta “costes de producción más bajos en comparación con los sistemas biológicos y una posible paridad de costes a largo plazo con los aceites básicos” y una “mejor escalabilidad” al poder usar procesos químicos existentes a escala comercial, según el inversor Synthesis Capital, el camino de la mantequilla de CO2 hacia el lineal del supermercado no está exento de retos. Destacan los técnicos propios de la fabricación de grasas de alta pureza y rendimiento, la seguridad alimentaria, los regulatorios, las propiedades organolépticas (especialmente el sabor), nutricionales y funcionales del producto, y la comercialización y aceptación del consumidor con especial mención del precio, sin olvidar la cuestión medioambiental y el impacto en la masa laboral de la industria agroalimentaria.
“Nuestro plan no puede ser simplemente esperar que la gente renuncie a los alimentos que anhela” Bill Gates
La mantequilla de CO2 es el primer producto de Savor, pero no el único: trabajan en desarrollar alternativas para la leche, el helado, el queso, la carne y los aceites tropicales (palma y coco). Las posibles aplicaciones de esta tecnología se extienden más allá de las grasas ya que, aunque las grasas son más fáciles de sintetizar termoquímicamente, el método desarrollado podría contribuir a la producción de otros tipos de alimentos sin depender de la agricultura convencional.
Solar Foods acaba de lanzar en Singapur y de la mano de Ajinomoto Group dos líneas de productos elaborados con su proteína a partir de aire y electricidad: se trata de los tradicionales pasteles de luna (mooncakes) asiáticos y de sándwiches helados. Después de desarrollar exitosamente Solein (con el que lanzó previamente una línea de chocolate con la finlandesa Fazer y del que ya se comercializan pasta fresca y helado de chocolate, todo ello en Singapur), la compañía está actualmente inmersa en el proyecto HYDROCOW, que busca producir proteína láctea para consumo humano elaborada en el laboratorio por bacterias anaeróbicas; el objetivo es diseñar genéticamente microbios que se alimentan de CO2 e hidrógeno para secretar β-lactoglobulina, la principal proteína del suero de la leche de vaca.
La californiana Air Protein ha recaudado 107M$ para crear carne de pollo, res, cerdo y vieiras a partir de CO2 y utilizando fermentación de precisión para replicar la fotosíntesis en laboratorio. Las empresas danesas Novozymes y Topsoe forman parte de un consorcio internacional que investiga los procesos biológicos y electroquímicos que convierten el CO2 en acetato, para crear una micoproteína que pueda sustituir a la carne. Arkeon, empresa austriaca de biotecnología, está utilizando microbios que consumen CO2 para crear ingredientes proteicos mediante fermentación de un solo paso, sin ingeniería genética, que se usarán en bebidas deportivas, barras de proteínas y alternativas a la carne plant-based. Y DeepBranch aplica tecnología para producir comida para animales a partir de CO2.
En el capítulo de bebidas, ya está en el mercado el AIR Vodka de Air Company, desarrollado a partir de la tecnología patentada AIRMADE, que captura y procesa CO2 producido en plantas industriales antes de ser liberado a la atmósfera y lo combina con hidrógeno verde propio producido mediante electrólisis, para luego someterlo a destilación y obtener vodka de aire. Por su parte, la finlandesa Aircohol ha desarrollado un proceso para descarbonizar la industria del alcohol mediante la producción de bebidas independientes de los cultivos agrícolas, solo a partir del dióxido de carbono liberado durante la fermentación del alcohol.
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