Producción

La FAO y la OMS ante la inminencia de la carne cultivada

La carne y otros alimentos como pollo, pescado o marisco, producidos de forma convencional y sus alternativas desarrolladas mediante cultivo celular, comparten muchos de los riesgos asociados a su producción y manipulación, los cuales pueden gestionarse mediante los actuales – y muy estrictos – sistemas de seguridad alimentaria. Es una de las principales conclusiones del informe Food safety aspects of cell-based food, elaborado por la FAO y la OMS para contribuir a aclarar y unificar el panorama del cell-based (con especial atención a la carne cultivada) en el mundo. 

El Panel de expertos participantes subraya que riesgos como la contaminación microbiológica son compartidos por ambas industrias y que los sistemas HACCP(1) de seguridad alimentaria, junto con las actuales buenas prácticas durante el procesado, son efectivos para controlarlos. Para riesgos propios del cell-based (como los asociados a los factores de crecimiento), novedosos en muchos casos, el Panel técnico destaca que existen medidas preventivas y controles suficientes para afrontarlos. 

Carne cultivada de CellX.

“Los riesgos de seguridad alimentaria en la carne cultivada son similares a los de la carne convencional, y se pueden controlar mediante sistemas de manipulación y comprobación adecuados, como en la carne convencional” afirma Mark Post, CEO de Mosa Meat y miembro del Panel técnico. 

Cell-based: esperanza para unos, amenaza para otros

Italia se convertía en marzo en el primer país del mundo en prohibir expresamente – a falta de ratificación parlamentaria – los alimentos producidos a partir de cultivos celulares o tejidos derivados de vertebrados. La prohibición, extendida también a los piensos para animales, pretende según el gobierno italiano preservar la tradición gastronómica del país – que consideran amenazada por este segmento en crecimiento de la industria alimentaria – así como la marca ‘Hecho en Italia’.

En el otro extremo, más de 100 empresas en todo el mundo se dedican hoy a la producción de carne, pescado o marisco a base de células.

En Singapur ya se comercializan productos cell-based para consumo humano, en EE. UU. la FDA ha aprobado dos productos cárnicos a base de células (quedaría la aprobación por parte del Departamento de Agricultura) y en Europa, la EFSA(2) acaba de anunciar que está preparando su propio marco regulador. Además, en Europa crece la inversión pública para I+D en este segmento. En 2022 se destinaron 60 M€ en Países Bajos para carne cultivada y fermentación de precisión, 19,7M$ en Reino Unido para alt protein y 5,2 M€ en España para un proyecto que investiga el potencial de la carne cultivada en la prevención de enfermedades asociadas a la alimentación(3).

El cell-based encara el reto de construir confianza en un escenario internacional dispar.

La sombra de lo ocurrido con los transgénicos planea sobre el cultivo celular de alimentos y amenaza con ponérselo difícil en su objetivo final: abastecer – y hacerlo de forma sostenible – a una población mundial cada vez más densa(4) y con más problemas para nutrirse. Para el Good Food Institute, reproducir el escenario de incertidumbre y desacuerdo de los transgénicos – permitidos en USA y Asia pero muy restringidos en Europa – supondría un lastre para el desarrollo de nuevos alimentos a partir de esta técnica. 

Planta de producción de carne cultivada de Steakholder Foods.

Carecer de un marco regulatorio global puede frenar el intercambio de conocimiento y la investigación conjunta, e impediría el surgimiento de nuevas empresas en los países con prohibiciones. Limitaría además la capacidad potencial de abastecimiento de estos países, las opciones de los consumidores y, en última instancia, su libertad de elección. Así opina Alice Ravenscroft, directora de políticas de GFI Europa.

Homogeneizar criterios y contribuir a construir confianza en torno al cell-based de manera honesta y realista se hace fundamental para avanzar.

En este contexto, la FAO y la OMS han lanzado un informe sobre seguridad alimentaria del cell-based, en el que identifican siete puntos clave a resolver para lograr una postura favorable (del consumidor y de las propias autoridades en materia alimentaria) hacia estos nuevos alimentos.

Cell-based: estado de la cuestión

En su informe Food safety aspects of cell-based food, la FAO y la OMS analizan cinco aspectos clave: la terminología, los principios que rigen el proceso de producción, los riesgos específicos asociados, los procesos regulatorios actuales y futuros en todo el mundo y el desarrollo real a partir de los casos de estudio de Singapur, Qatar e Israel.

Planta de producción de carne cultivada de Steakholder Foods.

El objetivo del informe es proporcionar una base científica sólida que permita diseñar y establecer marcos regulatorios y sistemas efectivos que garanticen la seguridad de las proteínas alternativas. En cuanto a la carne cultivada, el informe ha sido concebido como una herramienta para ayudar  a las agencias reguladoras a desarrollar marcos para la aprobación y protocolos de seguridad. 

La publicación incluye los resultados de una consulta a 23 expertos de 15 países dirigida por la FAO. El objetivo era identificar los riesgos del cell-based en cuanto a la inocuidad de los alimentos, en las cuatro etapas del proceso específico de producción: obtención de células, crecimiento y producción, recolección de células y procesamiento de alimentos. 

Es crítico evaluar objetivamente los beneficios y riesgos asociados al cell-based, incluidos los problemas de calidad y seguridad alimentaria. FAO & OMS

El gran desafío cell-based: construir confianza

Construir confianza social (consumidor, mercados, inversores, gobiernos…) en torno al cell-based, y hacerlo abordando “las preocupaciones sobre la seguridad de productos y procesos de manera proactiva y transparente” por parte de todos los actores implicados, se perfila como el principal reto, a la vista de las conclusiones del informe. Incluso por encima de los desafíos técnicos que plantea la idiosincrasia de la propia industria.

FAO y OMS coinciden además en que el momento es ahora, cuando el gran público todavía no está familiarizado con el cell-based ni ha construido prejuicios sólidos.

Esperar a que los primeros productos lleguen al mercado internacional de manera masiva para dar respuesta a las preocupaciones y dudas que suscita la producción alimentaria a base de células es para ambas organizaciones “un error grave que puede costarle a la industria su propio desarrollo”. El caso de los transgénicos sirve, una vez más, como ejemplo de cómo no hacer las cosas.

Siete pasos hacia la confianza en el cell-based

  • Establecer un marco regulatorio común, claro y bien definido. Si bien en la mayoría de países los alimentos a base de células pueden regularse dentro de las normativas para nuevos alimentos, como sucede en Singapur(5) o Estados Unidos(6), dotar a la industria de un marco internacional común procuraría un escenario de estabilidad. Y favorecería una investigación y desarrollo equilibrados, así como el intercambio de conocimiento entre países.
  • Identificar los riesgos específicos en el proceso de producción (y comunicarlos cuidadosamente para evitar la alarma social). El comité de expertos consultado por la FAO y la OMS ha identificado 50 riesgos potenciales durante la obtención de células (19), la etapa de producción (12), la recolección de células (10) y el procesamiento (9). Las organizaciones consideran interesante además identificar los riesgos por alimento, ya que aunque muchos son comunes, la diversidad de fuentes de células, andamios o microportadores, composiciones de medios de cultivo, condiciones de cultivo y diseños de reactores hacen necesario ser más específicos en la evaluación.

La FAO recomienda contextualizar los riesgos y definir el grado de amenaza que cada uno podría representar.

  • Dar respuesta a las preguntas/dudas del consumidor. Más allá de los riesgos identificados en el informe, existen en el ideario popular otras preocupaciones relacionadas con el cell-based, como la sensación de artificialidad, el abuso de los aditivos, las reticencias emocionales y morales hacia el proceso de producción, los posibles problemas de seguridad en el consumo a largo plazo, los aspectos nutricionales y organolépticos, la asequibilidad o la percepción negativa de la calidad. Aunque no se consideren científicamente como un riesgo, sí influyen poderosamente en la percepción de seguridad que el consumidor tiene sobre los alimentos cell-based. Resolverlas es clave para avanzar.
  • Unificar la nomenclatura relacionada con el cell-based. El informe insta a los organismos reguladores a ser claros y coherentes con su lenguaje en torno a esta tecnología. Por un lado, para contribuir a crear una imagen y comunicación homogéneas que ayuden al consumidor global a identificar estos productos correctamente. Por otro, para favorecer el etiquetado.
Gráfico perteneciente al estudio publicado por la FAO y la OMS.
  • Unificar el propio etiquetado. Esto contribuiría a una mejor comunicación global y facilitaría la identificación de los productos, además de racionalizar y automatizar el proceso. Estados Unidos ya ha manifestado su intención de elaborar reglamentos específicos para el etiquetado de estos productos.

FAO y OMS ven la garantía de seguridad alimentaria del cell-based como requisito central para la aceptación del consumidor.

  • Identificación de alérgenos y posibles puntos de contaminación. Los diferentes procesos de obtención de células y producción posterior hacen necesaria una investigación específica de alérgenos, algo en lo que todavía no se ha puesto el foco.
  • Incrementar la transparencia y la colaboración a todos los niveles. Para favorecer un entorno de confianza y el desarrollo de más productos cell-based, FAO y OMS propugnan la comunicación proactiva y el intercambio continuado de datos entre los actores implicados, también de países con menos recursos o que todavía no han entrado en la industria. La actual limitación de información y datos sobre seguridad alimentaria del cell-based lastra, según la FAO, la toma de decisiones informadas por parte de los reguladores, así como la creación de un clima de apertura y confianza “que permita la participación positiva de todas las partes interesadas”.

(1) Hazard Analysis and Critical Control Points (Análisis de Peligros y Puntos Críticos de Control).

(2) European Food Safety Authority.

(3) Datos ofrecidos por Good Food Institute (GFI).

(4) Alcanzará los 9.800 millones en 2050, según estimaciones de la FAO.

(5) Singapur ha aprobado enmiendas a sus normas sobre nuevos alimentos para incluir específicamente la carne cultivada.

(6) EE. UU. ha suscrito un acuerdo formal entre la FDA y el USDA (Dpto. de Agricultura), para regular el etiquetado y la seguridad para los alimentos cell-based a partir de ganado y aves de corral.

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Publicado por
Berta López

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