El impacto ambiental, de bienestar animal y de reducción el riesgo de zoonosis, son los principales potenciales beneficios de las fuentes de proteínas alternativas, según Naciones Unidas. La concentración en propiedad intelectual y capacidades productivas aparecen como el principal riesgo. Son algunos de las conclusiones del informe “What’s cooking”, elaborado por Programa para el Medio Ambiente (PNUMA) del organismo internacional, que explora la evidencia disponible sobre nuevos alimentos plant-based, carne cultivada y productos derivados de la fermentación como alternativas o complementos a la carne y los lácteos convencionales en lo relativo a sus potenciales beneficios, pero también desafíos y limitaciones. El estudio también, invita a los gobiernos a considerar respaldar las nuevas alternativas.
El informe parte de la idea de que las alternativas novedosas a la carne y los lácteos podrían desempeñar un papel positivo en muchos aspectos ambientales, sociales y de salud humana. Aunque, como reconoce Inger Anderson, responsable del PNUMA, «aún no se comprende completamente el alcance total de estas implicaciones». Por ello, el estudio ofrece una visión general del conocimiento científico de estas alternativas novedosas y examina las implicaciones de su adopción para el medio ambiente y la salud humana, así como para las dinámicas sociales y el bienestar animal. Entre las principales conclusiones, el trabajo destaca el potencial de estas alternativas para reducir los impactos ambientales, de bienestar animal y reducir el riesgo de zoonosis. En el capítulo de riesgos, el informe señala una potencial concentración de la propiedad intelectual y las capacidades productivas. Para otros aspectos, como la calidad nutricional y los resultados dietéticos saludables, la seguridad alimentaria, los cambios en las desigualdades, por ejemplo, Sur y Norte globales, rural-urbano, género, y el empleo, es estudio estima que es necesaria más investigación y análisis.
Ante ello, invita a los gobiernos a explorar y respaldar el potencial de las nuevas alternativas, apoyando desde la investigación a la comercialización, y a que desarrollen regímenes regulatorios y herramientas de gobernanza apropiados, con algunas sugerencias de medidas concretas. Además, abre el debate sobre la conveniencia de reducir y/o redistribuir los subsidios a la agricultura animal industrial para garantizar que los precios de los alimentos reflejen los costos asociados de salud y medio ambiente.
Es evidente que una adopción significativa perturbaría los sistemas alimentarios actuales con impactos positivos y negativos
Aunque evaluar los impactos ambientales del ciclo de vida de las alternativas es difícil, dada la escasez de datos y la todavía limitada escala de los proyectos, muestran un fuerte potencial para reducir los impactos ambientales especialmente si se comparan con la carne de vacuno. Por otra parte, algunas tecnologías pueden ser muy intensivas en consumo de energía, por lo que realmente su auténtico potencial en este aspecto depende del uso de energías limpias.
El menor riesgo de zoonosis y resistencia bacteriana son algunos de los aspectos destacados del informe “What’s cooking”, aunque, por otra parte, se subraya la tendencia a que los productos plant-based sean altamente procesados y con alto contenido en sal, aunque subraya la oportunidad para mejorar su calidad nutricional.
En el caso de las técnicas de fermentación y cultivo celular, el informe reconoce la limitada evidencia disponible, y, en general, la necesidad de mayor investigación específica para evaluar de manera integral las implicaiones para la salud pública de estas alternativas.
Es importante desarrollar políticas proactivas para promover una transición justa y sostenible
Aunque se requiere mayor investigación y análisis, el informe de Naciones Unidas afirma que “es evidente que una adopción significativa perturbaría los sistemas alimentarios actuales con impactos positivos y negativos para diferentes partes interesadas”. Estos serían algunos de estos impactos:
El informe “What’s cooking” refleja la rápida evolución de la regulación en torno a las proteínas alternativas, con muchos gobiernos formulando nuevas políticas e instrumentos políticos. Aunque no siempre en la misma dirección. Mientras como Italia han prohibido la producción e importación de este tipo de productos, Australia, Brasil o Dinamarca proporcionan incentivos a los productores; China, India y Países Bajos invierten en investigación, recursos humanos y gobernanza, otros países. Un capítulo que destaca en el catálogo de instrumentos impulsados por los gobiernos es el desarrollo de talento con la formación profesional y el desarrollo de planes de estudio para adquirir conocimientos y habilidades en relación con la nueva industria, por el que apuestan Australia, China, India, Holanda y EEUU.
En la batalla por la nomenclatura el informe de Naciones Unidas destaca la aportación de Sudáfrica, que define «análogo de la carne» (también conocido como sustituto de la carne, carne de imitación o imitación de carne) como productos que:
La ONU anima a los productores a proporcionar información abierta y verificada de forma independiente sobre la seguridad y salubridad de los alimentos
Ante esta situación, Naciones Unidas anima a los productores de alimentos alternativos a proporcionar información abierta y verificada de forma independiente sobre la seguridad y salubridad de los alimentos. Y propone que esta verificación independiente puede ser financiada por una colaboración público privada.
Para apoyar la viabilidad comercial de las nuevas alternativas, el informe analiza varias iniciativas gubernamentales como financiar la investigación -especialmente si se realiza en modo “abierto”-, crear instalaciones e infraestructuras de producción, subsidiar cultivos de interés o a apoyar la comercialización. Estas iniciativas, a las que los gobiernos han dedicado hasta la fecha al menos $180 millones, se están desarrollando tanto por razones de protección del medio ambiente como de seguridad alimentaria y competitividad económica.
La ONU invita a considerar redistribuir los subsidios a la agricultura animal industrial para que los precios reflejen los costos asociados de salud y medio ambiente
Incluye ejemplos como los $10 millones de subvención a la Universidad de Futfs (EEUU) para desarrollar un centro de excelencia en agricultura celular, o la iniciativa de la Agencia Nacional de Investigación en Francia para investigar nuevos usos de los cultivos franceses en la carne de origen vegetal y desarrollar nuevas funcionalidades para microbios, algas e insectos, prioridades que beneficiarían a la economía y los sistemas alimentarios de Francia. Además, invita a los gobiernos a considerar la posibilidad de reducir y/o redistribuir los subsidios u otras formas de apoyo actualmente en vigor para la agricultura animal industrial para garantizar que los precios de los alimentos reflejen los costos asociados de salud y medio ambiente.
Y aquí, se hace eco de la valoración elaborada por GFI, según la cual se necesitaría una inversión pública de $4.400 millones para aprovechar todo el potencial de estos novedosos alimentos. Eso sí, Naciones Unidas no deja de resaltar que la inversión pública ha de ser de acceso abierto, beneficiar a multiples actores o servir a los intereses públicos. Desarrollar marcos regulatorios y de aprobación que garanticen la seguridad alimentaria de manera transparente y eficiente es otra de las contribuciones clave de los gobiernos que subraya el informe.
Ante las lógicas incertidumbres que presenta la potencial transición hacia alternativas proteicas el informe «What’s cooking» considera importante desarrollar políticas proactivas para promover una transición justa y sostenible.
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