La PitchBook ha presentado durante Future Food Tech 2020 su informe de Inversión en Food Tech. El primer semestre de 2020 ha movido €8.300 millones en inversión en food tech. El impacto de la pandemia ha sido evidente durante el segundo trimestre, que solo ha aportado un €3.100 millones a ese total, con un 20% menos de operaciones. Aunque PitchBook espera que la tendencia al alza se recupere en los próximos trimestres. Especialmente en la categoría de “bio-engineered food” (plant-based, cell-based, nuevos ingredientes, alt-proteíns), que esperan duplique sus cifras de 2019. Otra área de crecimiento es la que PitchBook denominga “food supliers” y que engloba todo lo relacionado con el delivery, food e-commerce (tanto B2B como B2C), meal-kits, etc. Una categoría que se beneficia de los cambios en las formas de consumo pero que también afronta retos de eficiencia y de ser capaz de satisfacer diferentes dietas o necesidades.
Los propios inversores también han debido adaptarse a esta nueva normalidad y digitalizar su forma de trabajo, tanto en la gestión del deal flow como en sus relaciones con potenciales invertidas. Han tenido que aprender y superar la desconfianza de realizar due diligences por zoom o mediante visitas virtuales. Lo que de momento seguirá aletargado a corto plazo serán los grandes exits.
Un inversor corporativo como Tyson se enfoca en las oportunidades que abre o acelera la pandemia, como el apetito por lo saludable y la transparencia. Pero también en tecnologías que resuelvan algunas de las enormes dificultades que le han afectado en este tiempo especialmente en sus plantas de procesado. De ahí su interés específico en soluciones de automatización y eficiencia en la cadena de suministro, o cómo llegar directo al consumidor.
Otras áreas en las que los inversores muestran interés son los ingredientes o el up-stream, es decir, quieres proveen de componentes para la industria plant-based, la agricultura, las fuentes de proteínas. Y ahí, aquellos que dispongan de la tecnología o la propiedad intelectual que aporte a los fabricantes mejora de textura y sabor, con escalabilidad y al menor precio posible.
También valoran nuevos enfoques para abordar necesidades reales, con ejemplos como, la leche materna cell based. O la utilización de feromonas para confundir a los insectos y eliminar pesticidas. El binomio datos/Inteligencia Artificial sigue en un buen puesto en el índice de prioridades de los inversores, en el que escala puestos la microfermentación.
Cada vez es más frecuente escuchar de los inversores firmes alineamientos con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con criterios ESG (Enviromental, Social, Gobernance). Cómo aplican valoraciones más altas a las compañías que marcan las casillas de sostenibilidad. Mientras para algunos es un plus, sin forzar, para otros es literalmente imprescindible (“Si no concretas cómo haces mejor el mundo, no obtendrás dinero”). Algunos inversores, sin embargo, todavía perciben que este tipo de planteamientos significan que “se está quedando dinero por el camino”.
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