Boston Consulting Group, una de las consultoras más relevantes a nivel global, junto con Blue Horizon, inversor de gran escala centrado en el sector de las proteínas alternativas, han realizado el estudio Food for thought donde analizan el estado actual del sector y los retos a los que deberá enfrentarse para su desarrollo futuro. El estudio indica que el mercado de las proteínas alternativas podría llegar a ser siete veces más grande en 2035: un 11% de las proteínas totales consumidas en el mundo serían alternativas y el sector alcanzaría una valoración de $290.000 millones. Esta cifra estaría distribuida entre los proveedores de materia prima y tecnología, startups y empresas productoras, e inversores.
Un 11% de las proteínas totales consumidas en el mundo podrían ser alternativas en 2035 y el sector llegaría a estar valorado en $290 mil millones
Este panorama podría hacerse realidad, y aumentar hasta un 22%, si se consigue que encajen como las piezas de un puzzle cuatro objetivos clave: aumento de la preocupación por el cambio climático por parte de consumidores, apuesta por parte de empresas e inversores; mejora de las tecnologías existentes para alcanzar la paridad entre las proteínas alternativas con los productos derivados de animales; mejora de los procesos industriales para conseguir una mayor eficiencia; y conseguir el apoyo de regulaciones que beneficien la industria de las proteínas alternativas.
Las proteínas alternativas abarcan un abanico de cuestiones que van desde el precio hasta el sabor y todas ellas son relevantes. Como bien afirma Nick Halla, vicepresidente senior de Impossible Foods a nivel internacional, “al principio comprarás el producto porque es novedoso, volverás a adquirirlo si te gustó su sabor y si le encontraste ventajas en cuanto a salud y sostenibilidad, y lo comprarás habitualmente si el precio es justo”.
Tabla de contenidos
La preocupación por el cambio climático y el medioambiente está candente desde hace años y, con suerte, crecerá cada vez más. La sostenibilidad afecta inevitablemente a la alimentación y es un factor decisivo a la hora de hacer la compra en muchos hogares. Gracias a ello, y unido a decisiones éticas y de salud, las proteínas alternativas se han hecho un hueco en las neveras y despensas de los consumidores y restauradores. No es de extrañar: producir proteínas alternativas basadas en vegetales genera una octava parte de las emisiones de la producción de un kilo de pollo o una doceava parte de la producción de un kilo de ternera.
Según el estudio, cambiar de productos cárnicos a proteínas vegetales y solo quedarse con el consumo de huevos como producto animal desde hoy hasta 2035, haría que se disminuya en un gigatón las emisiones de CO2, una cifra equivalente a que Japón no tuviera ninguna emisión de CO2 durante un año. Además, se ahorraría en consumo de agua -la suficiente como para suministrar a Londres durante 40 años– y se propiciaría la seguridad alimentaria y la biodiversidad del planeta.
En 2020 el 85% de los inversores incorporaron criterios relacionados con el medioambiente, lo social y el modelo de gobierno corporativo (ESG) en sus estrategias de inversión
Sin embargo, la preocupación por el cambio climático no es un fenómeno que se da solo por parte de los consumidores. En 2020 el 85% de los inversores incorporaron criterios relacionados con el medioambiente, lo social y el modelo de gobierno corporativo (ESG) en sus estrategias de inversión. Una cifra superior a la de 2017, que alcanzó el 73%.
Ser semejantes a los productos que derivan de animales, en cuanto a sabor, textura y precio, es el grandísimo reto de la industria de las proteínas alternativas. Quienes aún rechazan probar las alternativas o quienes no se decantan al 100% por ellas, lo hacen por alguno de los tres motivos anteriores, o por todos.
Alcanzar la paridad requiere de un esfuerzo muy grande en la búsqueda de nuevos ingredientes y posibilidades, producción de materias primas, desarrollo de fórmulas y de nuevas tecnologías. La creciente demanda por parte de los consumidores generará un aumento del interés por parte de los inversores y esto hará que sea posible el desarrollo necesario en tecnología para equiparar las proteínas alternativas a los productos animales.
Las alternativas plant based alcanzarían la paridad en 2023, las basadas en microorganismos, en 2025, y las de células cultivadas, en 2032.
En cuanto a costes, se espera, en líneas generales, que aquellas alternativas basadas en vegetales alcancen la paridad en 2023, las basadas en microorganismos, en 2025, y las de células cultivadas, en 2032.
Tan solo aumentando la preocupación por el cambio climático y mejorando la tecnología presente en la industria, se podría lograr que el 11% de las proteínas consumidas en 2035 sean alternativas. Este punto nos lleva al siguiente: si la tecnología mejora, se hacen más eficientes los procesos.
Partiendo de ese posible 11%, en Food for thought se expone que se podría alcanzar el 16% del total del consumo si la eficiencia de la industria aumentase. Tanto las proteínas elaboradas a partir de vegetales, como las que utilizan microorganismos como base, o la carne cultivada, necesitan pasar por el mismo proceso: obtener la materia prima adecuada de la que extraer proteínas, crear una fórmula perfecta y elaborarla. Sin embargo, cada una cuenta también con algunas características particulares que necesitan evolucionar.
Para aumentar la eficiencia en su producción, según Food for thought, es necesario, en primer lugar, optimizar los cultivos de la materia prima (por lo general, soja o guisantes). La mayoría de la soja que se cultiva en el mundo está pensada para la alimentación del ganado y no para el consumo humano. Es necesario, para el desarrollo de las proteínas alternativas vegetales, que los cultivos de soja se piensen con tal fin. Y no solo eso, también es necesario mejorar la calidad de vida de los agricultores dentro de una transformación que demanda, cada vez más, precios y condiciones justas para los trabajadores.
En segundo lugar, se deben mejorar los métodos de extracción de las proteínas. Si bien es un cambio que ya se está llevando a cabo, aún queda mucho por hacer en este área. En tercer lugar, reducir el costo y la complejidad de los aditivos presentes en los productos finales. No solo es un reto conseguir sabor y textura iguales o parecidos a las proteínas animales sino que hay una complejidad añadida: la de utilizar ingredientes naturales. Los aditivos y productos químicos cuentan progresivamente con menos aprobación por parte de los consumidores y eso es un aspecto que la industria no puede perder de vista.
El equivalente a la optimización de los cultivos es aquí el aumento de la eficiencia metabólica, es decir, mejorar la medida en que los microorganismos convierten su alimento en proteínas. Otro de los retos se encuentra precisamente ahí: en reducir costes en ese alimento. Y al igual que ocurre en las proteínas con base vegetal, se busca optimizar la obtención y extracción de proteínas así como reducir el costo y la complejidad de los aditivos.
En este tipo de proteína alternativa, nuevamente nos encontramos ante el reto de aumentar la eficiencia metabólica, seleccionando las células correctas y optimizando su medio de cultivo, tanto en costes como en composición. Otro de los complejos retos que señala Food for thought es la adopción de células que no provengan de músculo animal para recrear tejidos fibrosos o grasa semejante a la de la carne.
Pasar del 16% de cuota de mercado al 22% es, según Food for thought, cuestión de que los tres factores anteriores tengan lugar y se sume a ellos una serie de regulaciones que apoye la industria de las proteínas alternativas. Propone, entre otras cosas, dar beneficios a aquellos agricultores que cambien su negocio ganadero al de la producción de materia prima para producción de proteínas alternativas y penalizar las emisiones de gases de efecto invernadero. Medidas de este tipo llevarían a que los productos alternativos sean más baratos que los provenientes de animales en el mercado, y sería un motivo más para que los consumidores los eligieran.
Como es de esperar, este mundo nuevo en pleno crecimiento abre un abanico de oportunidades para los inversores. Un mercado que espera, como mínimo, abarcar un 11% del consumo total de proteínas en 2035 y estar valorado en $290 mil millones es un gran atractivo para la inversión. Además, las proteínas alternativas se presentan en el mercado con una exposición muy baja a la recesión y una tendencia muy baja a convertirse en productos cíclicos, lo que las hace estables ante cualquier crisis general que pueda sufrir la economía.
Una enorme suma de capital es necesaria para apoyar el crecimiento de este mercado. Tan solo construir los biorreactores para producir cantidad suficiente de microorganismos y células para carne cultivada para alcanzar el 11% de consumo, requiere de una suma de $30.000 millones en inversiones. Se convierten en $100 mil millones si hablamos de alcanzar el 22%. Para las proteínas plant-based $11 mil millones para alcanzar el 11% y $28 mil millones para el 22%. No hay duda de que los inversores tienen un papel clave en el desarrollo de la industria de las proteínas alternativas.
Hay dos tipos de oportunidades para los inversores: la relacionada con el desarrollo tecnológico y la vinculada a la industrialización
Tal y como se establece en Food for thought, hay dos tipos de oportunidades para los inversores: la relacionada con el desarrollo tecnológico y la vinculada a la industrialización. En el campo tecnológico es necesario invertir para lograr un desarrollo avanzado de fórmulas e ingredientes, para crear nuevos ingredientes a través de procesos de fermentación -como el heme de Impossible Foods- e investigar en el aprovechamiento de subproductos, como el bioetanol, que derivan de la producción de proteínas alternativas.
En el plano de la industrialización entran en juego las economías de escala. Las inversiones estarían centradas, por un lado, en el desarrollo y suministro de equipos para procesos de fermentación y de cultivo de células. Por otro, en el desarrollo de procesos y maquinaria para hacer los procesos de formulación y texturizado a gran escala, a menor coste y de forma más confiable. Y por último, en el remodelado de las plantas de producción y maquinaria de las empresas de proteínas convencionales para convertirlas en espacios destinados a proteínas alternativas.
En el programa, dividido en tres fases, han participado 20 startups. Las conclusiones se han…
Más de 50 solicitudes recibió CNTA en 2024 para participar en Food (Tech)2 Challengers, pero…
El potencial de una fórmula que permite acceder a soluciones innovadoras en fases tempranas y…
Future Food-Tech London abordó en un panel de expertos los riesgos, retos y oportunidades de…
La industria clama por la inversión pública mientras lucha por reducir costes de producción y…
La UE importa el 70% de sus cultivos ricos en proteínas y el 85% de…
Esta web usa cookies.