Nos encontramos inmersos en un contexto donde el cambio se ha convertido en una constante. Cambio que afecta a diferentes niveles: social, económico, político y cultural y que se ha visto precipitado por la digitalización de los diferentes sectores. Una época de ruptura donde la evolución se ha convertido en una necesidad. Esto atañe a todos los sectores y la gastronomía no es ajena a ello.
Los diferentes agentes que conforman la cadena de valor de la gastronomía van a tener que reinventarse e innovar de manera ágil y eficaz para resultar competitivos. Una innovación que tiene que producirse de manera constante. Esta necesidad continua de innovación demanda, por una parte, soluciones ágiles y, por otra, que aquello que se lanza al mercado deba estar validado.
Espacios, ecosistemas, catalizadores de cambio…
Cuando planteamos LABe – Digital Gastronomy Lab, un living lab que va a abrir sus puertas en Donostia-San Sebastian en junio, lo hicimos con el objetivo de generar espacios y dinámicas de intercambio, conexión, testeo y desarrollo de diferentes soluciones. Un espacio de innovación abierta que integrará la tecnología y las personas para impulsar el futuro digital de la gastronomía. Se trata de un espacio físico y virtual orientado a empresas, a startups, al sector gastronómico y, como no, al usuario final, en definitiva a todos los actores que conforman la cadena de valor de la gastronomía.
LABe refuerza los espacios de innovación y emprendizaje de Basque Culinary Center. Planteamos nuestra metodología de innovación sobre dos ejes, la innovación abierta, al integrar insights de los diferentes actores a lo largo del proceso y el diseño centrado en el usuario, incluyéndolo en el proceso desde el primer momento.
En un contexto en permanente evolución se requieren agentes catalizadores de cambio y conexión entre los actores clave. Resulta imprescindible generar estos ecosistemas de ideación y creación para reforzar el avance del sector gastronómico.