La comida rápida no tiene por qué ser poco saludable, cara y suponer un impacto enorme en el medio ambiente. Esa es la firme creencia de sus fundadores, Scott Durmmond y Tim Young, Eatsa, un nuevo concepto de restaurante que pretende revolucionar la comida rápida basándose en dos elementos clave: la tecnología y la quinoa.
El resultado es un espacio totalmente automatizado, en el que realizas tus pedidos a través de un iPad y en unos minutos es entregado en unos cubículos de cristal identificados con tu nombre. En cuanto al menú, está basado específicamente en la quinoa como alimento base, aderezada con una completa lista de ingredientes que conforman un plato nutricionalmente completo, sabroso y saludable, y lo que es más importante por 6’95 dólares.
[pull_quote_left]Con científicos sensoriales han convetido el alimento de moda, la quinoa, en una propuesta gastronómica
atractiva[/pull_quote_left]En cuanto a la quinoa, la historia es algo más larga… Las conocidas propiedades de este pseudocereal, o superalimento, (alto contenido proteico, aminoácidos, bajo colesterol, sin gluten, capacidad para absorber aromas y sabores), y su menor impacto ambiental (necesita ⅓ de energía para ser producida que la carne) fueron los motivos por los que Scott Drumond decidió convertirla en la estrella de su menú. “Es más saludable y su producción es más eficiente, así que es mejor para nosotros y para el planeta.”
Pero la ciencia y la tecnología no se quedan ahí, los científicos sensoriales y de alimentos de Eatsa han hecho pura alquimia culinaria al convertir el alimento de moda, la quinoa, en una propuesta gastronómica realmente atractiva. Para ello, no se han limitado a echar más sal y grasa a su comida. Sino que invirtieron dos años en recoger y analizar datos sobre las preferencias de los usuarios, y en procesar una experiencia de gusto natural, sin exceso de grasa, sodio o azúcar, que tuviera las mismas cualidades adictivas que la mejor comida rápida. Utilizan diferentes variedades de quinoa y métodos de preparación, así como ingredientes complementarios diversos. No usan ninguna etiqueta adicional, como ecológico, orgánico, etc. Simplemente “saludable”.
Algunos argumentan que es una propuesta antisocial pensada para un mercado, -San Francisco, la zona de la bahía- donde teóricamente abunda un público geek con pocos deseos de interacción humana.[pull_quote_left]El sistema podrá fácilmente aprender sobre los gustos y costumbres de los clientes y ofrecer el menú en consonancia[/pull_quote_left] de poco, Eatsa planea lanzar la opción de hacer el pedido desde el móvil, lo que, unido a las capacidades de geolocalización de los dispositivos, permitirá que tu pedido esté esperándote en su luminosa urna justo cuando entres por la puerta del local. Con lo que si no lo deseas, ni siquiera tendrás que cruzar incómodas miradas con otros clientes que esperan su pitanza.
Este mayor nivel de interacción entre los clientes y Eatsa -o más bien entre sus respectivas máquinas- permitiría a la compañía definir y aplicar políticas de fidelización y satisfacción muy personalizadas. “El sistema podrá fácilmente aprender sobre los gustos y costumbres de los clientes y ofrecer el menú en consonancia.”
el director de Ingeniería, Adam Hiatt, están volcando sus esfuerzos ahora: diseñar la mejor experiencia de usuario posible a través de un mostrador dotado de un tablet como punto de interacción, los cubículos de entrega y el personal de preparación -estos sí son humanos, “aunque no descarto que un día los robots puedan encargarse también de muchas de las tareas rutinarias que implican un pedido”, explica Durmontt.
Ahora que su equipo ha conseguido hacer convertir la quinoa en algo delicioso, la idea es utilizar una plataforma tecnológicamente optimizada y crecer lo más rápido posible. Para ello, están probando ya otros conceptos de instalación, por ejemplo, un kiosco modular con todos los elementos del restaurante en su interior, que puede ser instalado en cualquier entorno como edificios de oficinas o centros comerciales.
[pull_quote_left]No descarto que un día los robots puedan encargarse de muchas de las tareas rutinarias de un pedido[/pull_quote_left]Una experiencia en la que les acompaña su principal inversor, David Friedberg, fundador en 2006 de la compañía de análisis de datos climatológicos The Climate Corporation, y que vendió a la multinacional Monsanto en 2013 por cerca de $1.000 millones.
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