No por esperada deja de ser una noticia de impacto. GOOD Meat y UPSIDE Foods ya tienen luz verde (de la FDA y del Departamento de Agricultura) para vender carne cultivada en EEUU. Esto se suma al permiso para utilizar la denominación “ Pollo de cultivo celular” en las etiquetas de ambas compañías hace apenas una semana.
No es de extrañar que sus fundadores (Josh Tetrick y Uma Valeti) muestren su entusiasmo calificando como como histórico el momento en que la carne cultivada se va a comercializar en la primera economía del mundo. Y el chef José Andrés, que ya venía apoyando la compañía como consejero desde hace algún tiempo, será pionero en esta aventura sirviendo el pollo cultivado en uno de sus restaurantes en Washington DC. El Bar Crenn del chef Dominique Crenn hará lo propio en San Francisco.
Aunque la carne cultivada ya podía probarse en un restaurante de Singapur, único que lo permitía hasta la fecha, la gran prueba de fuego se va a producir ahora, cuando estas dos empresas -y las que están en cola para obtener aprobación- se enfrenten al veredicto de un mercado de 400 millones de habitantes. Un país, que es mucho más que las comunidades de las costas Este y Oeste, un país que lidera los rankings de consumo de carne per cápita, pero que también es el exportador de todo tipo tendencias, estilos de vida y tribus alimentarias.
GOOD Meat y UPSIDE Foods ya pueden vender carne cultivada en EEUU y etiquetar «pollo de cultivo celular»
Pero el veredicto del consumidor no es el único reto que tendrán que afrontar las empresas de carne cultivada. Su capacidad para poner en marcha la capacidad productiva suficiente y en condiciones de rentabilidad y eficiencia operativa es otra de las grandes incógnitas.
UPSIDE Foods, la empresa que más fuelle financiero ha logrado de este incipiente sector, tras recaudar 608 millones de dólares desde su lanzamiento en 2015, opera una planta piloto en Emeryville, California, que puede producir 50.000 libras (unos 22.600 kgs) de producto acabado al año, con una capacidad futura de más de 400.000 libras (181.500 kgs.) al año. Ahora planea una instalación a mayor escala con una capacidad de producción de «decenas de millones de libras», según informaba AFN.
Hemos aprovechado la ocasión para valorar este y otros temas con Jordi Morales Dalmau, cofundador de la reciente asociación AgriCultura Celular España, que busca aglutinar y representar a esta incipiente industria en nuestro país.
¿Realmente estamos ante un momento histórico, o estamos sobredimensionando las expectativas?
Es un momento histórico y, a partir de ahora, todo lo que pase será progreso.
Por supuesto que habrá pegas y quejas sobre el precio, el sabor, si es más o menos procesado o bueno, etc. Pero el punto clave es que podré vender carne cultivada a alguien, que la podrá comer y decirnos lo que piensa sobre ella. A nivel mundial es un boom increíble, no solo es posible, sino que ya está aquí.
¿Puede animar esto el mercado de las proteínas alternativas, algo de capa caída últimamente?
Es cierto que el plant-based esta bajando, pero otras categorías como la fermentación siguen teniendo mucho interés inversor. Y este acercamiento a una oportunidad de mercado ya considerable puede ciertamente animar la inversión. Aunque creo que veremos dos fases. Una más moderada, con los ojos puestos en lo que pase con estos primeros productos en el mercado, que irá seguida de otra a gran escala.
La clave entre una y otra será también la escalabilidad y para eso se necesita inversión. Es una especie de pescadilla que se muerde la cola…
Es cierto que la escala industrial para alcanzar el mercado masivo tardará algo más en llegar. Pero tengo confianza en que cuando empecemos a ver en las redes sociales a los consumidores disfrutando de estos productos, este círculo vicioso empezará a romperse.
Sería triste que empresas produciendo en España o Europa, tengan que irse a Singapur o EE.UU. a vender
Y en España, ¿estamos preparados para esto? El 63% de los consumidores probaría la carne cultivada y el 46% la compraría*.
En España va a pasar. Tenemos a Biotech Foods que con la inversión de JBS está ya construyendo una planta. Creo que habrá mucho interés. Y todos los centros de investigación tienen líneas de trabajo en este campo.
Sin embargo, regulatoria y empresarialmente, parece que nos queda lejos.
Sería muy triste que empresas que están produciendo en España y Europa se tengan que ir a Singapur y EE.UU. a desarrollar sus negocios por motivos regulatorios. Espero que puedan producir aquí. Por eso nació la asociación.
¿Por qué y para qué nace AgriCultura Celular España?
La asociación nace de tras observar que el ecosistema foodtech y en concreto la industria de la carne cultivada, está menos desarrollado que en otras regiones. Los fundadores, consideramos que se necesita mucha más divulgación, coordinación entre los diferentes actores que, de momento, son escasos y dispersos, y en muchas ocasiones muy necesitados de información y recursos.
Así que nuestro objetivo es ayudar y promover la industria, no solo con información sino también en la ejecución, creando vínculos entre las startups, las empresas, los centros tecnológicos, etc.
Esto está llegando, se está viendo el potencial. No solo hay sitio para todos, también puede servir para mejorar la industria tradicional.
Acabáis de nacer, cuáles son los primeros pasos para lograr esos objetivos.
Por ejemplo, estamos creando un mapa de oportunidades, riesgos y necesidades a partir de nuestras conversaciones con todo el sector. Y sus resultados los compartiremos con la administración y los agentes que estén implicados. Es decir, queremos entender muy bien el marco general, para ayudar a las empresas, pero también el marco específico español.
¿Cómo estáis percibiendo la postura de la industria tradicional ante este movimiento?
En España el cariz cultural de la comida es más importante que en otras regiones. Pero estamos viendo una evolución desde hace unos años a ahora. Las nuevas generaciones al frente de la industria tradicional ya no lo ven tanto como un amenaza, sino como una posibilidad de sinergias. Esto está llegando, y se está viendo el potencial y que no solo hay sitio para todos, sino que también puede servir para mejorar la industria tradicional.
Se necesita mucha más divulgación, coordinación y cooperación en la industria de la carne cultivada en España
Habláis de la diferencia entre la forma de gestionar los nuevos alimentos entre la FDA y la EFSA. ¿Qué echáis en falta?
Manteniendo, por supuesto, su labor como garante de la seguridad, creemos que la EFSA podría trabajar de una forma más colaborativa con las empresas. Como han hecho en EEUU. Podríamos trabajar juntos en crear ese check list clave para tomar decisiones. Pero para ello tienen que haber voluntad. Apelar a un cuello de botella o al trabajo acumulado para no avanzar es una mala excusa.
Si todo va como os gustaría, ¿cuándo podremos comer carne cultivada en España?
Solemos 5-10 años por detrás de EEUU. Pero si la EFSA se pone las pilas, podríamos tener las primeras pruebas en 2026 y podríamos empezar a comer algo en 2027. La comercialización más generalizada diría que se acercará más a 2030.
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