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«La inversión en transferencia de tecnología y en pruebas de concepto es clave»

El CSIC es uno de los centros de investigación colaboradores de Tech Transfer Agrifood, plataforma de inversión de alto impacto en la cadena agroalimentaria. Este fondo especializado se caracteriza por contar con el apoyo de un grupo de industriales del sector alimentario que han definido 32 retos específicos para los que la plataforma busca soluciones tecnológicas. La convocatoria para que startups o investigadores participen con sus propuestas está abierta hasta el próximo 30 de septiembre. Conversamos con Ángela Ribeiro, vicepresidenta de transferencia de tecnología del CSIC, sobre la colaboración con Tech Transfer Agrifood y la necesidad de este tipo de instrumentos para impulsar la innovación en la industria agroalimentaria.

Entrevista a Ángela Ribeiro, vicepresidenta de Transferencia de Tecnología del CSIC

Ángela Ribeiro, lleva más de 30 años como investigadora en el CSIC, especialmente en las áreas de Inteligencia Artificial y Robótica, donde es una referencia internacional. Desde hace 2 años, lidera el área de transferencia de tecnología del CSIC, la entidad de investigación más importante de España, y tercera a nivel europeo.

Por entrar en materia, ¿qué entendemos por transferencia tecnológica en el CSIC?

La unidad de transferencia lo que pretende es la penetración real de la investigación en la sociedad. Aunque somos muy reconocidos en investigación, nuestra capacidad de conocimiento es altísima, luego no se plasma en la misma medida en las empresas. Los datos de tejido empresarial y pymes nos sitúan como moderadamente innovadores.

Nuestra capacidad de conocimiento es altísima, pero luego no se plasma en las empresas

¿Qué áreas o líneas de investigación de las que trabaja ahora mismo el CSIC pueden tener aplicación en el ámbito de la industria agroalimentaria?

¡Sería imposible exponerlas todas! Hay que tener en cuenta que son 120 centros de investigación en toda España, con más de 3.000 investigadores y 11.000 personas en total. Así que la capacidad para trabajar en todas las necesidades de la cadena agroalimentaria es enorme. Pero podemos citar algunas áreas o iniciativas, como la robótica para agricultura, desarrollo de súperalimentos, seguridad alimentaria, envases, etiquetado molecular, salud animal, hasta narices olfativas para medir el grado de maduración del jamón…

¿Y cuál es el motivo de este desfase entre conocimiento e innovación aplicada que citaba?

Son varios y en distintos frentes. Por un lado, al investigador se le solicita que sea excelente en investigación, y se le valora por eso. Creo que sería importante que se le valorara también por la transferencia de ese conocimiento, que fuera parte de su labor fundamental.

En el otro sentido, en España se conoce poco esta capacidad de investigación de calidad. No hay percepción en las empresas de que cuando tienen un reto en su industria pueden buscar la solución aquí. Cuando contamos las historias de éxito y las patentes que generamos, muchas veces se sorprenden.

Y por último, creo que hay falta de medios públicos, de apoyo o de inversión que ayuden a que las empresas asuman riesgos para innovar.

Falta percepción en las empresas de que cuando tienen un reto en su industria pueden buscar la solución aquí

¿Es ahí donde encaja la colaboración con Tech Transfer Agrifood?

Exacto. Lo que ha hecho este fondo es muy oportuno y necesario. La inversión en transferencia y en pruebas de concepto es una pieza clave si queremos una penetración de la investigación en la sociedad.

Porque hay un hueco muy importante entre el alcance de la investigación, que puede quedarse en un nivel de desarrollo, y el nivel de prototipo pre-industrial (TR3 y TR7 sobre una escala de 10 en la jerga del sector). Es la fase de pruebas de concepto y valorización, un proceso que puede ser largo. Las empresas difícilmente pueden financiar esa parte. Quizá solo algunas muy grandes. El resto, tiene que limitarse a desarrollos muy concretos y de aplicación más inmediata.

Por eso es tan importante tener ayudas para permitir que una tecnología madure y alcance el mercado, toda la inversión que se desarrolle ahí es fantástica, y más si esta orientada por reto concreto.

La inversión en transferencia y en pruebas de concepto es una pieza clave si queremos que la investigación penetre en la sociedad

Esta será la segunda ocasión en la que el participe CSIC como centro de investigación colaborador de Tech Transfer Agrifood. ¿Cómo fue la primera edición?

La verdad es que fue muy positiva. Desde los diversos órganos del CSIC se presentaron 39 soluciones a los retos que propuso Tech Transfer Agrifood. Y la tasa de éxito de los proyectos en los que nos involucramos fue muy elevada. Los investigadores participaron con mucho entusiasmo y quedaron muy satisfechos de la experiencia. Hasta el punto de solicitarnos repetir. De hecho, en esta convocatoria, hemos abierto a todos los grupos de investigación para que puedan presentar propuestas a los 32 retos de la convocatoria de 2020.

Tech Transfer Agrifood es un fondo de inversión orientado a demanda, a retos específicos. Pero no es algo común en el sector agroalimentario. ¿Cuál es tu visión sobre el papel de la inversión? ¿Hay suficiente? ¿Qué papel debe jugar?

Creo que debería haber más iniciativas como esta. Necesitamos más fondos que arriesguen en esta fase. Montar estos vehículos es una herramienta increíble para que empresas de menor tamaño puedan hacer estas exploraciones y prepararse para competir. Porque de la noche a la mañana, su futuro puede estar amenazado por un competidor capaz de hacer las cosas de forma diferente. Lo estamos viendo con los cambios en la percepción del consumidor, que busca productos y procedimientos diferentes.

De la noche a la mañana, el futuro de algunas empresas puede estar amenazado por un competidor capaz de hacer las cosas de forma diferente

¿Crees que realmente es así, o que hay más ruido que nueces, que, a la hora de la verdad, el precio termina siendo el factor decisivo?

No es ni blanco ni negro, pero hay una tendencia muy clara. Por ejemplo, si mañana yo soy capaz de sacar un producto de comercio justo, de mejor trazabilidad o menos procesado, y he invertido para hacerlo de forma eficiente y al mismo precio, tendré un producto ganador.

Parece que sean tendencias contradictorias, hablamos de robotización, automatización, inteligencia artificial, pero también de un consumidor que busca menos procesado, más local, más natural…

La tecnología es precisamente lo que nos puede ayudar a armonizar eso. En agricultura, por ejemplo, la robotización o la agricultura de precisión nos pueden ayudar a desarrollar prácticas más parecidas a la agricultura tradicional y artesanal, pero de una forma eficiente y sostenible. Por ejemplo, administrar fitosanitarios exclusivamente a la zona o la planta que lo necesita. O una plantación robotizada puede cosechar cada día exclusivamente los frutos que están en el momento óptimo de maduración. La clave es conseguir hacer eso de forma eficiente y a un precio equivalente.  

Este es un espacio económicamente sostenible donde la empresa entiende el lenguaje de los investigadores, y viceversa

¿Según Ángela Ribeiro, ¿cuál es el beneficio de una colaboración como la que tiene CSIC con Tech Transfer Agrifood para la institución, para los investigadores, para las empresas que participan en los retos…?

Se suele decir que el roce hace el cariño… Y este es un espacio económicamente sostenible donde se puede producir ese roce que permite que la empresa entienda el lenguaje de los investigadores, y viceversa. Y donde se ve de una forma muy evidente todo lo que una empresa puede obtener y lo que los investigadores pueden aportar, sin dejar de hacer lo suyo, que es investigar.

Toda inversión destinad a que una tecnología madure y alcance el mercado, es fantástica, y más si está orientada por un reto concreto

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Publicado por
Beatriz Romanos

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