El proceso de creación de un vino tiene una mística especial. Parte de la misma tierra, de la composición particular de ese terruño que marcará la primera impronta, y llega hasta la alquimia secreta que cada bodega, cada enólogo, quiere imprimir en su producto. En todo ese proceso, cada decisión, cada acontecimiento, cada variable, pueden dejar su sello en el resultado final. Tenerlo todo bajo control, es el gran reto al que intenta responder la Viticultura de Precisión. Además de los ingenieros agrónomos, los expertos enólogos, el conocimiento tradicional, etc., hoy, los viticultores pueden contar con otros aliados estratégicos procedentes de campos como las telecomunicaciones, la robótica, Internet de las Cosas, el tratamiento de imagen, el Big Data y Business Intelligence, o los drones. Es el mundo de la Viticultura de Precisión, y hoy os mostramos el ejemplo de una bodega pionera en la utilización de estas herramientas. El Pago de Carraovejas.
El bacheado camino del Pago de Carraovejas contrasta con las líneas rectas y austeras que definen el contorno de la bodega. Acceder a ella en tiempo de envero, es un espectáculo visual en el que los tonos violáceos propios de la tinta fina, la cabernet sauvignon y la merlot comienzan a destacar entre el vigoroso verde de las viñas.
Tal y como nos explica Elena Rivilla, responsable de Viticultura de Pago de Carraovejas, la bodega tiene un ambicioso plan para ir incorporando herramientas tecnológicas “que nos ayuden a tomar las decisiones adecuadas en cada momento, de una forma sencilla, cómoda e integrada”. Un ejemplo de ello, es la utilización de drones para conocer con detalle el estado del viñedo. Hemos tenido la oportunidad de compartir una de estas jornadas con la responsable de I+D y con los representantes de SmartRural, la compañía de servicios de Agricultura Inteligente con la que han puesto en marcha este proyecto.
“El año pasado ya realizamos una prueba piloto con Smart Rural, ya que buscábamos una solución alternativa al satélite, que nos diera información más precisa, en el momento exacto que la necesitábamos, y con un menor coste”, explica Rivilla, “y el resultado fue muy positivo, así que este año decidimos utilizarlo ya desde el principio de la campaña”.
[pull_quote_left]Son muchas variables a la vez, por eso necesitamos herramientas de control[/pull_quote_left]Durante el crecimiento de la vid hay momentos clave, que es necesario vigilar con detalle. El primero es la poda en verde –cuando necesario eliminar parte de sus yemas para dejar solo aquellos pámpanos en los que concentrar la producción de la vid. Pero, ¿por dónde empezar cuando se dispone de una finca de 160Ha y múltiples parcelas en las que todo parece ocurrir a la vez?
Ahí es donde entra un servicio como el de captación de imágenes en altura a través de drones. “Pero no se trata de volar por volar” -nos remarca Sergio Rodriguez, fundador de Smart Rural- “hay que volar con objetivos.
Es fundamental coordinarse con los técnicos de la explotación para detectar las fechas clave en las que se realizan las actividades o hay necesidades específicas. En nuestro caso, nos hemos reunido todo el año con la gente de campo de la Pago de Carraovejas e incluso con otros partners y especialistas que llevan los suelos o los fertilizantes.” El resultado es un calendario personalizado de vuelos que buscan información muy concreta y con alto nivel de precisión.
En este caso se utiliza un dron de ala fija modelo eBee Ag con una cámara multiespetral, capaz de disparar unas 200 fotos en cada vuelo de 10 minutos. Con ellas se compone un mosaico u ortofoto que ofrece una imagen continua de cada parcela. “Esta imagen representa índices agronómicos como el vigor de la planta, los índices de clorofila o su relación con determinados macro y micro nutrientes como el hierro o el magnesio.” Explica Diego Merino, técnico especialista de Smart Rural.
[pull_quote_left]La imagen representa índices agronómicos como el vigor de la planta o niveles de clorofila y nutrientes[/pull_quote_left]Este tipo de cámara tiene mide los valores de reflectancia de las plantas, “en nuestro caso, además, de forma muy precisa ya que cuenta con una tecnología (luxómetro) que le permite corregir efectos sobre la luminosidad como la diferente hora del día o la presencia de nubes, algo que no es posible con los satélites”, señala Merino .
Con el verano, llegan otros momentos clave en el viñedo, como son el desnietado –aclareo de brotes jóvenes- y el envero, cuando la uva empieza a cambiar de color. Para planificar las tareas en esas fases, se realizan vuelos previos, tanto con la cámara mulitespectral, como con una cámara térmica que permite ver el contenido de humedad de la planta. “Este aspecto es fundamental para planificar correctamente el riego, tanto en la fase de crecimiento como en la de maduración de los racimos”, subraya Elena Rivilla. El objetivo es evaluar en cada momento la calidad final de cada parcela y poder realizar una vendimia selectiva en cada zona.
[pull_quote_left]Es fundamental coordinarse con los técnicos de la explotación para definir las necesidades clave[/pull_quote_left]“Son muchas variables las que hay que medir a la vez, por eso necesitamos herramientas que nos ayuden a controlarlo todo. En el momento del envero, por ejemplo, las mediciones que nos proporcionará el vuelo espectral con respecto al índice NDVI –vigor- tienen ya una correlación muy directa con la calidad de la uva. Esta información es válida para practicar la micro-vinificación, para poder vendimiar de forma parcelada con la máxima precisión”.
Además de la obtención de datos mediante la captación de imágenes con drones y la sensorización del campo, el plan del Pago de Carraovejas contempla la incorporación de sistemas de Big Data y Business Inteligence, así como una plataforma para poder acceder a toda esa información en tiempo real directamente desde el campo, mediante tablets u otro tipo de dispositivos. “Nuestro trabajo se desarrolla principalmente en entre las viñas, y es ahí donde necesitamos tener la información a mano para tomar las decisiones adecuadas. Queremos sacarla del ordenador para tenerla siempre a mano y de una forma muy sencilla y visual”, remarca Rivilla.
[pull_quote_left]No se trata de volar por volar, hay que tener objetivos[/pull_quote_left]En este terreno es en el que se mueven empresas como SmartRural, que se sirven de las últimas tecnologías, ya sean de telecomunicaciones, de captación de imágenes, de drones o de big data, para extraer, analizar y servir al profesional del campo la información relevante y valiosa que necesita en el momento adecuado, que le permita sacar el máximo partido a su cosecha. Como le gusta remarcar a Sergio Rodríguez, “no somos una empresa de tecnología, sino agrícola”. Simplemente, en su almacén de aperos no hay hazadas ni rastrillos, quizá drones, sistemas de sensores, y potentes ordenadores que manejas miles de imágenes y millones de datos. Es la era de la Agricultura de Precisión.